viernes, 27 de noviembre de 2009

Tomada de la edición impresa del diario EL TELEGRAFO Ecuador, 26 de noviembre del 2009

Silvia Buendía silvia.buendia@telegrafo.com.ec


Patria, Minerva y María Teresa Mirabal nacieron en Ojo de Agua, pueblo de la provincia de Salcedo, República Dominicana. A pesar de ser muchachas provincianas, ex alumnas de colegio de monjas, pertenecientes a una familia acomodada; las Mirabal desafiaron la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, una de las más largas y sangrientas de su tiempo. Minerva fue la primera que, sin pensar en los riesgos e indignada ante la situación que vivía su país, empezó a desarrollar acciones de oposición al régimen. Su nombre secreto era Mariposa. Nada detenía la tempestad del alma de Minerva, y la pasión de su lucha anti trujillista hizo que sus hermanas Patria y María Teresa la siguieran en sus esfuerzos por derrocar al tirano. Pronto los caliés (policía secreta dominicana) las tuvieron por terroristas y los riesgos tomaron forma de tragedia.

El padre de las Mirabal fue encarcelado, humillado, despojado de sus fincas y finalmente murió de dolor e impotencia. La madre sufrió arresto domiciliario. Una y otra vez las hermanas Mirabal y sus maridos fueron encarcelados y torturados. Pero siguieron peleando. Tan obstinado y frontal fue el combate de estas valientes mujeres que el pueblo dominicano las convirtió en sus heroínas. Las llamaban las Mariposas. Solo Dedé, la cuarta Mirabal, eligió mantenerse al margen de las actividades políticas de sus hermanas. Se encargó de los hijos y las casas de éstas, de la madre viuda y desesperada. ¿Dónde quedaron los sueños de vivir juntas criando niños, cuidando maridos, cultivando la tierra? Todo alrededor de Dedé era naufragio.

“Esas mujeres que murieron luchando
contra un dictador son hoy
símbolo de todas las mujeres”


El 25 de noviembre de 1960, Patria, Minerva y María Teresa viajaron a Puerto Plata para visitar a sus maridos detenidos en la cárcel de La Cuarenta. Al regreso, miembros de la inteligencia militar las detuvieron en la carretera, a la ladera de un barranco. Las sacaron a rastras, las llevaron al descampado. Pasó un camión. Pensando seguramente en la angustia de su madre y su hermana que en vano esperarían su regreso, Patria se soltó de sus captores y corrió hacia el camión. Alcanzó a gritarle al camionero con todas sus fuerzas: “Díganle a la familia Mirabal de Salcedo que los caliés van a matarnos”. El camión siguió de largo. Y los caliés las mataron, las mataron a palos. Luego, los asesinos acomodaron sus cuerpos en el vehículo en que ellas viajaban y lo lanzaron al precipicio. La prensa mintió diciendo que la muerte de las hermanas Mirabal había sido un desafortunado accidente. Nadie se creyó esta versión. En las calles del país amanecieron carteles: “¡Devuelvan las Mariposas!”. El homicidio de tres mujeres indefensas fue lo último que la población dominicana pudo aguantar, y así comenzó el fin del régimen de Trujillo.

Mariposas mártires, incluso Dedé, pues su martirio fue vivir sin sus hermanas. Sobrevivir para contar la historia de ellas y hacer de su recuerdo el museo de una pena. Estas mujeres que murieron luchando contra la tiranía de un dictador son hoy símbolo de todas las mujeres agredidas, torturadas, humilladas, asesinadas. En memoria de las Mariposas cada 25 de noviembre se conmemora el día de la no violencia contra la mujer. “Solo una cosa no hay. Es el olvido”.

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