viernes, 17 de abril de 2009

Miguel Lorente "En la lucha junto a la mujer por la igualdad, no se puede ser neutral"

El Delegado del Gobierno para la Violencia de Género denunció un "posmachismo" que se sirve de nuevas tácticas para defender los privilegios masculinos de siempre
Miguel Lorente fue presentado por la periodista de FARO Sandra Penelas. Joel Martínez
F. FRANCO - VIGO
“Los hombres tienen miedos, reticencias a incorporarse de verdad a la lucha por la igualdad con la mujer. No basta con una posición pasiva, no se puede ser neutral en este tema”. Con estas palabras, dichas casi al final de su charla en el Club FARO sobre “los miedos de los hombres en tiempos de igualdad”, Miguel Lorente, delegado del Gobierno para la Violencia de Género, le daba a la misma un desenlace activo en forma de demanda urgente, de conclusión práctica.
Presentado por la periodista de FARO Sandra Penelas, este médico forense y profesor de la Universidad de Granada comenzó su conferencia acudiendo al sistema interrogativo: ¿Porqué en el siglo XX cuando hablamos de igualdad los hombres se sienten cuestionados? En su opinión, a pesar de que las cosas han evolucionado en cuanto al reconocimiento de los derechos y papel activo de la mujer hasta el punto de que son irreversibles, o quizás por ello, hay una contrareacción masculina para mantener espacios de privilegios ya caducos. “
“En esencia nada ha variado –dijo– de la identidad de los hombres que se consideran responsables del presente y garantes del futuro sobre su posición de superioridad y autoridad forjada en el pasado. Pero están generando nuevos modos de resistencia que quieren diferenciarse de las del machismo tradicional. La violencia de género es la manifestación más grave de esa desigualdad pero, sin llegar a ella salvo los que aún están instalados en el pasado, cambiar para seguir igual es lo que hacen para adaptarse a los tiempos sin renunciar a su poder”.
Punto de partida
En opinión de Lorente los hombres necesitan reflexionar sobre lo que es ser hombre, buscar una nueva identidad a través de lo que denominó “deconstrucción creativa de la realidad, un modelo ecológico de identidad grupal”. El médico, que afirmó que la igualdad ya no debe ser objetivo sino punto de partida, dijo que si no hubiera existido la violencia (en todos los órdenes) la desigualdad hubiera desaparecido hace siglos pero es precisamente lo que la mantiene, y a ella ha acudido el género masculino para mantener sus roles. “La violencia también es planificada –comentó–, no es algo que surge como una reacción o respuesta descontrolada sino que se premedita para obtener ventajas e incluso se dosifica en coherencia con el deseo de mantener el dominio. Estudios demuestran que aún hoy los hombres que reproducen las pautas tradicionales obtienen más reconocimiento social, ganan más dinero, tienen más status y referencias”.
El cambio que supuso para la mujer hechos como la aparición en la ley del concepto de divorcio no culpable, la libertad sexual, el control de la fertilidad y su incorporación a la vida laboral fue creando un nuevo contexto social en el que, según Lorente, el hombre empezó a dudar de sí mismo y de su poder. “Lo que está en juego ahora –comentó– es la identidad de ser hombre y ser mujer, y es eso lo que origina la desorientación del hombre que, cuando su concepción cultural se ve cuestionada por la de género, acude a la violencia”.
Pero este médico forense dibujó la personalidad de un nuevo tipo de machismo, que denominó posmachismo. “Se nutre –comentó– de nuevos argumentos para justificar las conductas y actitudes resistentes a la igualdad real. Desde su aparición ha mantenido una cierta distancia respecto a las posiciones clásicas del machismo o patriarcado en cuanto a la defensa explícita de los valores masculinos entendidos como generales. Esas nuevas estrategias se caracterizan por un distanciamiento de los planteamientos tradicionales y por implicarse aparentemente en el contexto favorable de la igualdad. Pero en vez de apoyar realmente los nuevos roles de las mujeres desarrollan críticas puntuales, por una parte responsabilizándolas de los nuevos problemas aparecidos (¿quién cuida a los niños con ellas fuera, quién a los padres ancianos?), intentando mediante las mismas hacer prevalecer la costumbre y tradición como garantía de la convivencia pacífica”.

“Pueden perder prebendas pero ganan salud”

¿A qué estrategias de ataque recurre el “posmachista” actual según Lorente? En su opinión incorpora en ellas tres elementos. En primer lugar, el cientifismo: sus propuestas se basan en supuestos estudios científicos o interpretaciones con frecuencia interesadas que corroboran la realidad que quieren mostrar. El segundo elemento sería la neutralidad. En ningún caso cuestionan a las mujeres, sólo a quienes no hacen las cosas como dicen los estudios científicos, aunque curiosamente, en la práctica son las mujeres. Y, en tercer lugar, utilizan la idea de interés común. Ellos aseguran no reivindicar nada para los hombres –a diferencia de las mujeres, que sí lo hacen para ellas–, sino para mejorar la situación de los hijos o de la propia sociedad.
En esa nueva línea defensiva se refirió Lorente al argumento de las denuncias falsas por parte de mujeres. “En vez de analizar las causas de esta violencia –afirmó–, se quedan en lo accesorio y, además, falso. Se estima que en temas de violencia de género hay muchas menos que en otras áreas. Pero no es más que un recurso, una nueva táctica de gente que lo primero que se pregunta cuando hay un episodio de violencia sobre la mujer es cómo le habrá puesto ella la cabeza al hombre para haber tenido que golpearla”.
Muchos hombres han visto de cerca la igualdad y, en lugar de entenderla como una solución, incorporándose a ella con las obligaciones pertinentes, la han tomado como una amenaza. “Cuando hablamos de cambio climático o hipotecas subprime –afirmó– todo el mundo sabe más o menos de qué va y no le genera conflictos porque no obliga a posicionarse a favor o en contra. En cambio cuando hablamos de igualdad no ocurre eso. Por eso es necesario que los hombres se incorporen a las políticas de igualdad de un modo activo. Perderán prebendas pero hasta tendrán más salud”.

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